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Cómo repartimos el trabajo de a pares en liqueed

Cómo repartimos el trabajo de a pares en liqueed

Cómo repartimos el trabajo de a pares en liqueed 1191 772 Alan Cyment

Hace ya unos años, tal vez unos cuatro, dicté un curso en San Francisco. Aproveché la ocasión e invité a mi amigo del alma Tobias Mayer, que en esa época vivía en la cercana Palo Alto, a dar el curso conmigo. Por suerte aceptó y el trabajo salió muy bien. Caminando desde la oficina del cliente hacia el auto le dije que tenía una propuesta para decidir cómo íbamos a repartir el ingreso. Aceptó sin titubear y procedimos. La pregunta que había que responder era, de 0 a 10, qué proporción del valor total que le dimos al cliente había sido gracias a él. Para responder hicimos la mímica previa al piedra-papel-o-tijera con ambas manos y mostramos nuestra opinión con los dedos. Ambos dijimos 4. Solo por curiosidad decidimos justificar nuestra elección. Ambos coincidimos en que la formación en sí la habíamos logrado dar de manera muy pareja, pero que yo había conseguido que hayamos estado ahí. Y es así como repartimos los ingresos, 60% para mí y 40% para Tobias.

Tiempo después, esta vez en Buenos Aires, le pedí a David que me dé una mano dictando un curso. Era una muy mala época de migrañas y necesitaba ayuda. David me ayudó un poco al final del primer día, pero en el segundo tomó la batuta casi por completo durante buena parte del día. Cuando estábamos saliendo del cliente David me agradeció por la invitación. Nada de invitación, mi amigo, usted se merece más que un abrazo. Le conté mi experiencia de reparto con Tobias y decidimos probar. Esta vez no hubo acuerdo inicialmente. Yo pensaba que David merecía un 4 y él se asignó un 3. Me recordó que para que el curso suceda yo había hecho un esfuerzo bastante grande. Varias reuniones, algunos cursos a muy bajo costo y decenas de llamadas y chats. Lo repensé, votamos de nuevo y acordamos en un 3. Ambos partimos satisfechos, luego de decidir el reparto.

Una última experiencia fue con Vanesa. Esta vez el trabajo se trataba de coaching. Varias sesiones ayudando a un equipo. Terminadas las jornadas, que se dieron a lo largo de un mes y medio, propuse repartir de esta manera. Votamos con las manos y hubo desacuerdo. Ella se otorgó un 2 y yo le había dado un 4. Cada uno expuso sus razones. A mí me sirvió para valorar el haber conseguido el contacto inicial con el cliente. A ella, en cambio, para recordar todo el trabajo que había hecho, a lo largo del mes y medio, entre sesiones, para que el proceso no decaiga. Mails, mensajes de WhatsApp y llamados. A mí y al cliente ¡Valiosísimo! En la segunda ronda llegamos a un acuerdo. 40% y 60% si mal no recuerdo. Lo importante es que estábamos satisfechos. Ambos nos sentimos valorados. Ambos percibimos justicia.

Podríamos llamarlo merit poker, pero mejor no. El planning poker no es ni poker ni sirve para planificar, así que hay que buscar otro nombre. También es verdad que sería ideal dejar claro el sistema desde un comienzo. Pero lo importante es que la cosa fluye. Que al fin y al cabo es la razón de ser de todo esto, ¿no?

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