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El modelo: un prólogo

El modelo: un prólogo

El modelo: un prólogo 1080 720 Alan Cyment

La agilidad propone algo distinto, muy distinto. Si es distinto implica, claro, un cambio. Si bien existe una dimensión individual de la agilidad, somos varios los que la entendemos como una propuesta eminentemente anclada en lo colectivo. Más allá de discusiones apasionantes sobre el huevo, la gallina y el gallinero (¿Lo individual antecede a lo colectivo? ¿Viceversa? ¿O algo más extraño, como proponen en alguna medida Mead y Stacey, como que las conversaciones los anteceden a ambos?), hay un grupo, una organización, mucha gente que debe cambiar.

Lxs que participamos de liqueed solemos usar el término transformación para referirnos a este cambio. Su primera acepción atrae y repele a la vez: “hacer cambiar de forma a alguien o algo”. ¿Es posible hacer cambiar a un otro? ¿No es un poco violento u omnipotente? ¿Es al fin y al cabo un buen reflejo de lo que intentamos hacer? Otrxs han propuesto hablar de evolución. De nuevo la primera acepción parece la más adecuada, aunque repleta de vericuetos: “Desenvolverse o desarrollarse, pasando de un estado a otro”. Si bien la analogía natural me resulta, valga el mal chiste, natural, hay algo del desenvolvimiento, del destino manifiesto, de la secuencia, del estado superior, que me choca. Probemos, porque alguna hay que elegir, la primera de las ideas.

A la hora de ayudar a otrxs a transformar sus organizaciones venimos repitiendo, refinando y madurando una serie de ideas. Dudamos mucho si denominar a semejante enjambre de ideas un “modelo” no constituía, como mínimo, un oxímoron galopante. Pero volvamos a la RAE, nuevamente a la primera acepción. Un modelo sería entonces un “arquetipo o punto de referencia para imitarlo o reproducirlo”. De esta definición rescato dos elementos que me convocan, siempre con un dejo de temor. La referencia y la imitación, siempre vecinas de la perversión a la hora de transmitir ideas, pueden servir también como espejo, como recordatorio e incluso como mensaje.

Así que allá vamos, sin mucho más prólogo, a zambullirnos sin más. Mi idea es contar, a mitad de camino entre la crónica y el diálogo, el proceso de diseño, de formalización, del modelo en cuestión. Nos vemos, seguramente en un par de días, ya con las primeras ideas.

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